lunes, diciembre 05, 2005

Antigua Iglesia de las Agustinas

En Santiago, en la calle Moneda, entre Bandera y Ahumada, está la Iglesia de las Agustinas. Una pequeña construcción que es apenas visible entre altos edificios y que está un poco más adentro de la línea de la vereda sur, la antigua Iglesia de las Agustinas es un espacio con mucha historia en pleno centro de la capital.

El Convento de las Agustinas en Chile se remonta al año 1571 cuando doña Francisca Terrin de Guzmán solicitó al Cabildo la creación de la primera casa religiosa para mujeres en el país, su objetivo era acoger a las viudas e hijas de los españoles muertos a manos de los mapuche en la Guerra de Arauco. Siete mujeres fueron las primeras que, después de perder a sus maridos, decidieron juntarse y vivir en comunidad en el año 1576.

El Cabildo de Santiago entregó el terreno y parte de los fondos para la construcción de los edificios y la Iglesia, los que fueron completados por la fundadora que donó toda su fortuna y por el encomendero y alférez real don Antonio González Montero, sobrino del primer obispo de la ciudad. El convento ocupaba las dos manzanas comprendidas entre las actuales calles Ahumada, Agustinas, Bandera y Alameda, y llegó a tener siete patios en torno de los cuales se ordenaban las celdas de las monjas.

La primera iglesia de las monjas Agustinas, o de la Monjas de Santiago, bajo la advocación de la Limpia Concepción de Nuestra Señora, estaba situada en Ahumada esquina Agustinas y fue destruida por el terremoto de 1647. Es esta construcción la que le dará el nombre que hasta hoy tiene la calle sobre la que fue levantada. A la segunda iglesia, construida en el mismo lugar, de mejor calidad que la anterior la destruyó por completo el terremoto de 1730, debiendo trasladarse las monjas a una casa cercana.

El traslado de la Congregación a la calle Moneda, a la ubicación actual de la iglesia, se debió a una sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago que ordenaba la apertura de la calle Moneda entre Bandera y Ahumada y que durante tres siglos estuvo tapada por la propiedad de las monjas.

En 1852 el monasterio vendió la mayor parte de sus edificios y terrenos, conservando en la parte sur el terreno para la construcción de la iglesia. El loteo de tan céntricos terrenos dio origen, unos años después, a un bullente barrio comercial formado al sur por los edificios del Club de la Unión, la Bolsa de Comercio, el antiguo Hotel Mundial, el edificio Ariztía, el primer rascacielos de la ciudad, y más recientemente el Banco del Estado. Al norte, los terrenos que antiguamente ocupó el osario de las monjas en los linderos del monasterio y la calle de la Bandera, fueron adquiridos por la Sociedad Unión Central, que construyó edificios de habitaciones y locales comerciales, además de un teatro. El Teatro Unión Central de Santiago se haría famoso en 1896 cuando se realizó el primer programa cinematográfico del país. En esta misma manzana, en las esquinas de la calle Agustinas con Bandera, comenzó a funcionar la Pontificia Universidad Católica en junio de 1888, con sólo dos cursos: leyes y matemática.

Cuando se abrió al tránsito la actual calle Moneda las religiosas construyeron un pasaje subterráneo para comunicar las secciones de la propiedad por debajo de la nueva calle. Y sobre esta calle y no sobre la que su presencia bautizó comenzaron a construir su tercera y definitiva iglesia.

La tercera y actual iglesia comenzó a construirse en 1857 y fue proyectada y construida por el notable arquitecto italiano Eusebio Chelli, responsable de muchas construcciones religiosas en Santiago, en el estilo neoclásico que se impuso en el país en el siglo XIX, y corresponde al estilo neorrenacentista inspirado en la arquitectura de Paladio, uno de los grandes arquitectos del renacimiento.

En 1921 el templo fue donado al Arzobispado y en la actualidad el Movimiento Cristiano de Empleados se encarga de su mantención. Las monjas agustinas se habían trasladado en 1912 a sus actuales terrenos en la calle Vicuña Mackenna entre Santa Isabel y la calle Marín.

En su interior destacan un púlpito del siglo XVIII del estilo barroco bávaro, realizado por los jesuitas en el taller de Calera de Tango; y el Órgano Walcker, declarado Monumento Histórico, construido en 1875 por la afamada casa alemana y que es hoy el más antiguo en funciones. La iglesia es usada regularmente para dar conciertos de música sacra hasta el día de hoy luego de una profunda restauración que concluyó en el año 2000.

El Palacio de La Moneda

En Santiago, el Palacio de La Moneda es la residencia presidencial y la sede de gobierno desde que en 1846 el entonces presidente Manuel Bulnes decidiera ocupar el edificio de la antigua Real Casa de Moneda para tales efectos. Hasta esa fecha los gobernantes habían ocupado los edificios del lado norte de la Plaza de Armas, especialmente el Palacio de la Real Audiencia, el actual Museo Histórico Nacional. En el Palacio de La Moneda vivieron casi todos los gobernantes del país hasta 1958 cuando el general Ibáñez, al final de su segundo gobierno, decide abandonarla como residencia oficial.

La imagen de La Moneda en llamas durante el incendio del 11 de septiembre de 1973 y la muerte del presidente Allende en ella es uno de los mayores símbolos del quiebre de la democracia en Chile.

La historia de La Moneda comienza en 1732 cuando el Cabildo de Santiago solicita al Rey de España el permiso para instalar una fábrica de monedas y así solucionar el problema de escasez de circulante que se producía cuando desde Perú se atrasaba el envío de monedas.

Como la Corona no disponía de recursos, se resolvió que fuera un particular quien asumiera la instalación de la fábrica, la dotara de herramientas, pagara a los operarios y comprara los metales para la acuñación, a cambio se le entregó el cargo de Tesorero Perpetuo y el usufructo de las utilidades de la amonedación, privilegios que serían heredados a sus descendientes. Fue el comerciante español, Francisco García Huidobro el que adquirió la casa de la esquina surponiente de Huérfanos con Morandé, conocida como Palacio Viejo y que actualmente es ocupado por una sucursal del Banco del Estado. El 10 de septiembre de 1749 en ese lugar, es acuñada en oro la primera moneda con la imagen del Rey Fernando VI.

Luego de la muerte de García Huidobro, la Casa de Moneda es trasladada al antiguo Colegio Máximo de San Miguel colegio jesuita ubicado al costado de la iglesia de la Compañía. Las instalaciones no reunían las condiciones que se requerían, por lo que en 1780 el Gobernador propone construir un edificio para tal fin. El elegido para realizar el proyecto fue el arquitecto romano Joaquín Toesca y Ricci, que había llegado a Santiago para concluir los trabajos de la Catedral.

Como el sitio más apto, Toesca escoge el del Colegio Carolino conocido entonces como el solar de los Teatinos por haberse instalado allí una casa de los religiosos que dan nombre a la calle. De esta forma, en 1784 comienzan las obras. Toesca no pudo ver terminada su obra, ya que murió en 1799, y su labor fue continuada por el ingeniero militar Agustín Cavallero. En 1805 y faltando algunas terminaciones, el Gobernador Muñoz de Guzmán inauguró la Real Casa de Moneda de Santiago de Chile, considerado uno de los mejores y más armoniosos edificios civiles de la América Colonial.

Luego de la presidencia de Bulnes, que hubo de hacer reparaciones en el edificio por los efectos del terremoto de 1850, el presidente Manuel Montt debió enfrentar un gran incendio en 1855. El Palacio se dividió en tres sectores: residencia de los presidentes, sede de gobierno y Casa de Moneda, la que siguió ocupando el sector sur del edificio, con sus hornos, chimeneas y calderas.

Los presidentes José Joaquín Pérez y Federico Errázuriz Zañartu no quiseron vivir en la Moneda. El presidente Pinto vivió en el Palacio y dirigió desde él las principales operaciones de la Guerra del Pacífico. Su sucesor el presidente Santa María no habitó el palacio.

El presidente José Manuel Balmaceda habitó en La Moneda, y realizó numerosos cambios en ella, llegando a ser refaccionada completamente, dotada de varios adelantos de la época y redecorada en los sectores destinados a las recepciones oficiales. Se techó con una estructura metálica el patio de la Presidencia y se decoró el famoso Salón Rojo. En esos tiempos el hijo mayor del Presidente, Pedro Balmaceda Toro, recibía regularmente a algunos intelectuales en su salón en el Palacio entre los que destaca el poeta nicaragüense Rubén Darío.

El inmueble ha sido objeto de diversas modificaciones que comenzaron con la presidencia de Ramón Barros Luco. El entorno de La Moneda fue objeto de una gran remodelación a partir de 1930, que dio realce a su fachada sur, constituyó las plazas en ambos frentes y rodeó al Palacio de austeros edificios que darían origen al actual barrio cívico. De esta época es el traslado de las instalaciones de la Casa de Moneda a su actual ubicación en la Quinta Normal. En 1906 el Presidente Pedro Montt Montt había abierto la puerta de Morandé 80.

La fachada principal hacia la plazuela de calle Moneda quedó enfrentando un amplio espacio, que se denominó Plaza de la Constitución, luego de demolerse el antiguo edificio que ocupaba el Cuartel de Dragones.

La parte sur del Palacio fue remodelada en 1929 y en 1935 para darle una salida a la Alameda, inventando una fachada que no existía en el edificio original. Durante la Presidencia de Juan Antonio Ríos se demolió el pabellón de Acuñación y Balanza, que era parte del proyecto de Toesca, reemplazándolo por el llamado Patio de los Naranjos.

Tras el bombardeo de 1973, el Palacio de La Moneda, quedó con graves daños en su estructura y su restauración terminó en 1981. El Palacio volvió a ser sede del Poder Ejecutivo entre los años 81 y 88. Con el retorno a la democracia debió ser nuevamente alhajado ya que al retirarse los ocupantes de la dictadura el edificio casi fue desmantelado.

Durante el año 2000, se restauró la fachada principal y luego todo el edificio, dándole un acabado de color blanco mate.

En septiembre del 2003, 30 años después la mítica puerta de Morandé 80 sería reabierta por el presidente Lagos, en el mismo lugar en que durante años se rindiera homenaje a los caídos en La Moneda. Fue también el presidente Lagos el que restituyó la tradición instaurada por Frei Montalva de permitir el acceso de público a los patios del Palacio de Gobierno.



La Casa Colorada

En Santiago, la Casa Colorada es el ejemplo mejor conservado da una tradicional casa colonial chilena y está en pleno centro de la ciudad, a pasos de la Plaza de Armas. Esta histórica casa está indisolublemente ligada a su primer dueño: Mateo de Toro y Zambrano Ureta.

Don Mateo, huérfano desde joven, se dedicó exitosamente al comercio y la gran fortuna que acumuló le permitió adquirir honores y responsabilidades en la administración de la ciudad. Fue regidor, alcalde de Aguas y alcalde Ordinario, así como oficial y jefe de un cuerpo de milicias en Santiago. Fue Corregidor de la ciudad y superintendente de la Casa de Moneda. En 1770, el monarca Carlos III le concedió, a él y a sus herederos, el título de Conde de la Conquista. En 1810, cuando ya tenía 83 años y había quedado viudo recientemente, fue presidente de la Primera Junta de Gobierno.

Toro y Zambrano se casó a los 25 años con María Nicolasa de Valdés y Carrera y tuvo 8 hijos. Inicialmente el matrimonio vivía en la casa de los suegros de Mateo, en la esquina sur poniente de la actual esquina de las calles Merced y San Antonio, pero la situación no era muy propicia, por las continuas desavenencias con su suegra. El matrimonio se traslada entonces a la casa de un tío en la calle Miraflores. Luego de algunos grandes negocios y ya rico, propietario de dos haciendas en Melipilla, una chacra en Chuchunco y otra en Maule, adquiere la vasta y famosa hacienda de la Compañía de Jesús en las cercanías de Rancagua, poco después de que los jesuitas fueran expulsados de los dominios españoles en 1767, Mateo decide comprar dos sitios vecinos a la casa de sus suegros en la calle de la Merced, antiguamente llamada calle de los Condes y Cruzados, por la gran cantidad de gentes “nobles” que la habitaban, para comenzar allí la construcción de lo que hoy conocemos como la Casa Colorada.

El portugués Joseph de la Vega inicia la construcción en 1769, con numerosas interrupciones por los conflictos familiares con su suegra y por algunos pleitos con los vecinos medianeros. El resultado fue una casa única en su época, que rompió con todos los cánones arquitectónicos imperantes, acaparando elogios y envidias de la sociedad santiaguina.

La casa era el único edificio particular con fachada de ladrillo recubierta de piedra en el primer piso y con dos pisos de altura. La planta tenía la estructura típica de la época, de patios sucesivos rodeados de habitaciones. El primer patio de pavimento duro, al que se llegaba desde la calle a través del zaguán, estaba rodeado de construcciones de un piso donde se guardaban provisiones y productos de las distintas haciendas de la familia. La parte que da a la calle tiene dos pisos y el primero era ocupado en las actividades comerciales de la familia. Un cuerpo central de un piso con sala, cuadra y antesala, separaba el primer patio del segundo y era el límite entre los espacios semipúblicos y el área privada de la familia en el segundo patio. Este patio, adornado con enredaderas, flores y árboles, estaba rodeado de corredores.

En 1779, se puso en la fachada el escudo de armas de la familia tallado en piedra. La casa debe su nombre a que, en 1888, la fachada fue cubierta con pintura de color rojo.

Don Mateo vivió allí hasta su muerte, en febrero de 1811. También se alojaron en la casa, luego de la batalla de Chacabuco, San Martín y O`Higgins. Más tarde, la casa también fue residencia de Lord Cochrane. Cuando la casa volvió a manos de la familia Toro se hicieron visitantes regulares Ramón Freire y Manuel Bulnes, ambos pretendientes de la nieta de Don Mateo, la señorita Nicolasa Toro.

A lo largo de sus más de 200 años la casa ha experimentado importantes transformaciones y durante mucho tiempo hubo en ella gran actividad comercial. Desde 1929 se instalan en la casa rotiserías, restaurantes, dulcerías, sombrererías y otros negocios. Hasta un cabaret está registrado por los cronistas. En 1977 el edificio fue expropiado por la Municipalidad de Santiago para su restauración.

La actual casa no corresponde a la construcción primitiva, sólo se conserva la estructura original de dos pisos que da a la calle Merced. Se ha reconstruido el primer patio completándolo con recintos semejantes a los originales y se levantó una fachada oriente que la casa no poseía. Actualmente la Casa Colorada alberga el Museo de Santiago, donde se exhiben muestras relacionadas a la fundación de Santiago y su desarrollo a lo largo del tiempo. El Museo cuenta con una biblioteca, un auditorio y salas de exposiciones que se pueden visitar de martes a viernes entre las 10:00 y las 18:00 hrs. Los sábados de 10:00 a 17:00 hrs. y los domingos y festivos 11:00 a 14:00 hrs.

sábado, diciembre 03, 2005

La calle Morandé

En Santiago, la calle que hoy conocemos como Morandé y que va desde la Alameda hasta la antigua Estación Mapocho, corriendo paralela a las de los Teatinos y de la Bandera, en pleno centro de la ciudad, tiene una historia bastante más larga que sus apenas 10 cuadras de extensión.

Por lo pronto hay que señalar que aparece en el trazado original de la ciudad que hiciera el Alarife Gamboa en febrero de 1541, dos cuadras al oriente de la Plaza de Armas, en lo que fuera el primer límite poniente de la ciudad, una de la últimas calles atravesadas.

Ya hacia el año 1600 la calle comenzó a ser llamada “Calle de la Botica”, porque en ella funcionaba la botica de los jesuitas, uno de los primeros y mejor abastecidos establecimientos de su tipo en el país, en la manzana que actualmente ocupa el ex Congreso Nacional.

Luego de la expulsión de los padres jesuitas de los territorios españoles en 1767, la calle comenzó a tomar el nombre de algunos de sus más ilustres y ricos vecinos: los hijos de un afamado comerciante de origen francés, Jean Francois Briand de la Morandais, que había llegado a Concepción en 1715 como Capitán de Fragata y que se casaría con la joven hija de un funcionario español, Juana del Solar.

El comerciante y contrabandista francés se vino a vivir a Santiago con su joven esposa a una casa situada en la misma Plaza de Armas, luego de haber renunciado a la ciudadanía francesa usando papeles falsos. Sin embargo en la Plaza Mayor, en el lugar más concurrido e importante de la ciudad, estaba en esos tiempos la horca o picota.

La Picota, también conocida como “Rollo”, era la columna de piedra donde se exponían los cuerpos o las cabezas de los criminales ajusticiados, así como los reos a la vergüenza pública. Era también el lugar donde se aplicaban las penas ordenadas por la justicia para proclamar a todos los vientos el rigor de la ley.

La visión, cada cierto tiempo, de los cuerpos de los ajusticiados o de sus cabezas, no resultó un panorama alentador y el rico comerciante debió buscar otro lugar para su familia.

Logró ubicar un solar que compró a Francisco Riberos en el lugar que hoy ocupa la Intendencia Metropolitana. Con el tiempo, al menos tres de los hijos de este personaje habitarían la misma calle, ya sea en la esquina de la actual calle Moneda, en la de Huérfanos y en la de Compañía.

La casa de los Carrera y la de la familia del Coronel Manuel Rodríguez estuvieron en las esquinas de Morandé con Agustinas, también la casa que habitó el sabio Claudio Gay y la que ocupara el Almirante Manuel Blanco Encalada estaban en esta calle. Posteriormente viviría en la esquina de la Alameda Julio Zegers, Diputado, Ministro y Consejero de Estado.

Durante un breve tiempo, a mediados del siglo IXX, la calle se llamó oficialmente Junín, un nombre que a pesar de estar escrito en algunas murallas no logró cambiar la denominación popular de Morandé.

Con el tiempo en la calle Morandé se instalarían importantes hitos urbanos: el Palacio de La Moneda, la Plaza de la Constitución y las estatuas de los presidentes Allende y Alessandri, el viejo edificio del Diario Ilustrado, el Banco Central, el Palacio de los Tribunales de Justicia, el antiguo edificio del diario El Mercurio, el Palacio Edwards que hoy alberga a la Academia Diplomática, así como el Teatro de la Universidad de Chile que tiene al menos cuatro salas en esta calle: las salas Sergio Aguirre, Agustín Siré y Enrique Noisvander en Morandé entre Rosas y san Pablo y la sala Antonio Varas en la primera cuadra, casi esquina de la Alameda.

Posteriormente, ya en los años 30 llegarían los Ministerios a la calle: el de Obras Públicas en la primera cuadra y el de Justicia en la segunda.

En el siglo XX la calle Morandé comenzaría a sufrir los embates del centro de la ciudad, el ruido y el tráfico, la violencia y la contaminación.

En 1906 el presidente Pedro Montt mandó abrir la que sería la famosa puerta de Morandé 80, en el lado este del Palacio de La Moneda, para facilitar la circulación de su familia. En 1938 por esa misma puerta el León de Tarapacá, durante su segundo gobierno, habría ordenado dar muerte a los jóvenes nacistas que habían sido detenidos en la casa central de la Universidad de Chile y el edificio de la Caja del Seguro Obrero Seguro luego de un fallido golpe de estado.

La puerta de Morandé 80 se haría mundialmente famosa cuando a través de ella los bomberos de Santiago sacaban el cuerpo sin vida del Presidente Allende. En septiembre del 2003, 30 años después la mítica puerta sería reabierta por el presidente Lagos, en el mismo lugar en que durante años se rindiera homenaje a los caídos en La Moneda.

Actualmente se trabaja, en la primera cuadra de esta calle, en la Plaza de la Ciudadanía que reemplazará a la Plaza de la Libertad donde estaba el monumento a Arturo Alessandri por una explanada que pretende unir el eje de La Moneda con el Paseo Bulnes que había sido quebrado por la instalación de la Llama de la Libertad.