Santiago, una ciudad con un nombre muy común
A propósito del recién pasado 25 de julio.
Cuando Pedro de Valdivia fundó la que sería la capital de Chile, a principios del año 1541, el nombre de Santiago ya resonaba profundamente entre los recién llegados ”conquistadores”, por lo pronto la ciudad de “Santiago de los Caballeros” había sido fundada en 1495 en la isla de Santo Domingo. En 1515 se había fundado “Santiago de Cuba” que, entre las primeras villas de la isla, fue la primera capital hasta 1556. Y por si fuera poco, en 1531, al norte de la ciudad de México se había fundado “Santiago de Querétaro”. Mientras tanto en el actual Ecuador
Sebastián de Benalcázar fundaba el 15 de agosto de 1534, una ciudad con el nombre de “Santiago de Guayaquil”. Incluso, el 25 de julio de 1553 Francisco de Aguirre fundará la primera ciudad de la actual Argentina con el nombre de “Santiago del Estero”. Unos años después, Diego de Losada funda la ciudad que será la capital de Venezuela con el nombre de “Santiago de León de Caracas”, el 25 de Julio de 1567.
Más lejos en el tiempo, pero posiblemente muy cerca en la memoria, hay que señalar al Apóstol Santiago, el patrono de España. El descubrimiento del sepulcro del santo daría origen a uno a de los lugares de peregrinación más concurridos de Occidente. El mítico lugar sobre el que se levantaría un campo de estrellas originará la gran “Santiago de Compostela” en la medieval Iria Flavia, la Finis Térrae de la época y actual Galicia. La fama del redescubierto sepulcro, luego de unos 800 años de olvido, cruzó toda Europa y los peregrinos comenzaron a trazar el Camino de Santiago a partir de los inicios del siglo IX.
La guerra de reconquista del territorio hispano por los cristianos y el intento de expulsión de los moros llevó a ciertos caballeros a fundar una orden de caballería que contara con la protección del santo apóstol. La Orden de Santiago se fundó hacia 1170, durante el reinado de Fernando II en León y fue aprobada por el papa Alejandro III el 5 de julio de 1175.
La imagen del santo montado en un caballo blanco, espada en mano matando moros, se convertiría en la presencia más solicitada antes de cada batalla por las huestes hispanas, así en medio
de la lucha por la reconquista como en las batallas libradas en territorio americano. El Santiago Matamoros pasó rápidamente a ser Santiago Mata Indios. Antes de trabarse en combate las huestes cristianas invocaban al Patrono de la Corona gritando: ¡Santiago y a ellos!. Son inumerables las "apariciones" del apóstol guerrero en las crónicas de los enfrentamientos de las huestes hispanas con sus enemigos, ya sea en la mítica batalla de Clavijo en el temprano 834, su aparición ante el mismísimo Carlomagno, en México, en Cuzco, hasta las apariciones que relata Alonso Ovalle en la batalla de Las Congrejeras, en nuestro propio país.
No fue don Pedro un innovador en cuestiones de nombres. No podía, no quería, innovar. Se había encomendado en el Cuzco, luego de la aparición del Apóstol guerrero, a la figura protectora de Santiago "el mayor" y a la santísima Vírgen María.

Más lejos en el tiempo, pero posiblemente muy cerca en la memoria, hay que señalar al Apóstol Santiago, el patrono de España. El descubrimiento del sepulcro del santo daría origen a uno a de los lugares de peregrinación más concurridos de Occidente. El mítico lugar sobre el que se levantaría un campo de estrellas originará la gran “Santiago de Compostela” en la medieval Iria Flavia, la Finis Térrae de la época y actual Galicia. La fama del redescubierto sepulcro, luego de unos 800 años de olvido, cruzó toda Europa y los peregrinos comenzaron a trazar el Camino de Santiago a partir de los inicios del siglo IX.
La guerra de reconquista del territorio hispano por los cristianos y el intento de expulsión de los moros llevó a ciertos caballeros a fundar una orden de caballería que contara con la protección del santo apóstol. La Orden de Santiago se fundó hacia 1170, durante el reinado de Fernando II en León y fue aprobada por el papa Alejandro III el 5 de julio de 1175.
La imagen del santo montado en un caballo blanco, espada en mano matando moros, se convertiría en la presencia más solicitada antes de cada batalla por las huestes hispanas, así en medio

No fue don Pedro un innovador en cuestiones de nombres. No podía, no quería, innovar. Se había encomendado en el Cuzco, luego de la aparición del Apóstol guerrero, a la figura protectora de Santiago "el mayor" y a la santísima Vírgen María.